Nuestro país ha recibido con las puertas abiertas a miles de extranjeros que venían huyendo de las guerras o de las inmensas crisis, hasta religiosas, que atravesaban sus países de origen. Los turcos, sirios, armenios, árabes, chinos, italianos, españoles, portugueses, mexicanos, dominicanos, cubanos, ecuatorianos, peruanos, panameños, chilenos, argentinos, uruguayos, colombianos y otros extranjeros decidían por razones obvias venir a Venezuela a explorar el territorio.
En Venezuela se clasificaban los extranjeros que venían, por ejemplo la mayor parte de las peluqueras eran dominicanas, unas trigueñas hermosas, los choferes eran colombianos, los que vendían ropas por las calles a pie y después en bicicleta eran los turcos, en la zona del mercado eran los peruanos y ecuatorianos, en las empresas básicas de Ciudad Guayana proliferaban: argentinos, chilenos, italianos, en el estado Sucre en las universidades, especialmente en la UDO había franceses, chilenos, hasta hindúes, en el IUTEC por ser un instituto tecnológico había muchos franceses, chilenos y otro personal de otras nacionalidades que aportaban sus conocimientos y experiencias a las universidades.
En otrora tiempo los zapateros que recorrían las calles con su pregón de: Zapaterooooo eran los árabes o los turcos, los sastres eran en su mayoría italianos, en los abastos y panaderías abundaban los portugueses, los españoles abarcaban los cafetines, los chinos acaparaban la atención de los restaurantes, abastos y quincallerías. Todos compartíamos en armonía los espacios de trabajo, jamás despreciamos a los trabajadores que venían al país a bregar para generar riquezas y lógicamente mantener su familia.
A raíz de la diáspora venezolana comenzó a sonar fuertemente al oído la palabra xenofobia. Ahora se descompuso la maraca porque los que nosotros le dimos a alojamiento y cobijo nos atacan incesantemente, sin contemplación. No pueden ver que llega un venezolano a su país porque lo atacan y le hacen la vida imposible.
Entiendo perfectamente que si algún venezolano va a echar varilla a otro país hay que castigarlo y reprenderlos como dicen los hermanos evangélicos, lo que si no estoy de acuerdo es con la persecución que se le hace a diario para vejarlos, estigmatizarlos, subestimarlos con apelativos feos o negarle la posibilidad de trabajar decentemente u ocupar un espacio vital.
La exclusión reina y campea con furia en algunos países como Perú, Ecuador y Colombia en contra de los paisanos. Los mala conducta hay que castigarlos con todo el peso de la ley, los buena conducta hay que utilizarlos como recurso humano significativo para el avance o fortalecimiento de la economía del país.
La “xenofobia» ha tomado niveles muy altos, bastante preocupantes, ha sido tomada para marginar a nuestros paisanos que se aventuran a irse de nuestra Patria, en busca de mejores condiciones de vida o buscando comer y alimentarse mejor o acumular “Verdes” y regresar con la cartera abultada para afrontar la situación que se vive en el país. A veces se interpreta a los que van de Venezuela así como evadiendo responsabilidades familiares. En esos países hay que trabajar, no manguarear, cero estar metiendo cada rato reposos de enfermedades inventadas, al trabajador se le paga y se evalúa de acuerdo a la producción y productividad de la empresa, así se construyen los países desarrollados gracias al aporte de todos.
Ojalá que el Dios Todopoderoso meta su mano milagrosa y los peruanos, ecuatorianos y colombianos, que son hijos de Simón Bolívar y Antonio José de Sucre (y se les olvida) le bajen 2 a la xenofobia y dejen en paz a los profesionales que arriban a esos países. Esta palabra “xenofobia” desprestigia mucho a nuestro gentilicio venezolano.
Dr. José Gregorio Figueroa